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viernes, 18 de octubre de 2013

Parcelando el jardín... Relato de Mª Candelaria González Lorenzo

En el pasado mes de septiembre tuvo lugar en nuestra página de Facebook "Nuestras flores", nuestro primer juego virtual.
Nuestra compañera Mª Candelaria González Lorenzo ha recogido todo ese material en la red social y lo ha reunido en un relato de su autoría que dejamos aquí en este día del mes de octubre para disfrute de todos.
¡Muchas gracias compañera! Un trabajo laborioso e impecable que nos llena de orgullo.


I 
Desde hace algún tiempo, cada día se la ve pasar camino al jardín, unas veces
sola y otras, acompañada de otros jardineros; pero siempre reflejando en su rostro la placidez y la tranquilidad que da hacer lo que a uno le gusta.
Luisa Chico es una mujer jovial, trabajadora y llena de energía y, desde el día que adquirió aquel jardín, es la mujer más feliz del mundo.  Aunque al principio, tuvo serias dudas de si había hecho bien "comprando" el Jardín Nuestras Flores, pronto se disiparon; pues, sin saber muy bien cómo, casi desde el primer día, se ha visto rodeada de un elenco de jardineros que se distribuyen las tareas el jardín sin que ella, ni siquiera, tenga que ocuparse de repartir los quehaceres diarios: uno se encarga de mantener el césped bien cortado, otro se ocupa de abonar y fertilizar la tierra, el que tiene buenas manos para los injertos se pone a ello y, así, con cada una de las tareas del jardín.
En muy pocos meses, el jardín ha adquirido la belleza de los jardines que se
cultivan con las manos más expertas y todos los que pasan por allí no pueden menos que comentar lo bonitas que están las rosas; lo frondosas y coloridas que están las buganvillas; la altura que ha alcanzado el seto; el perfume que desprenden los jazmines y, así, un sinfín de comentarios que no hacen más que reflejar la belleza que ha adquirido el jardín, en tan corto espacio de tiempo, que parece haber sido cultivado por la mismísima Flora, diosa romana de las flores, los jardines y la primavera.
No hace mucho, pasó por el jardín Candelaria González Lorenzo, una mujer de mediana edad a la que siempre le han gustado las flores y plantas y que, lo más parecido a un jardín que ha tenido en su vida, es el patio de la casa de su madre o el álbum de fotografías de flores y plantas que ha ido recopilando a lo largo de su vida.
Nada más ver el Jardín Nuestras Flores quedó prendada de su belleza y, tanto fue así que, cada vez que salía, no regresaba a casa sin pasar por allí. Poco a poco fue descubriendo la grandeza del jardín, una grandeza que no estaba, pura y exclusivamente, en la belleza de sus flores y plantas, sino también en las personas que lo cuidaban. Las visitas se hicieron cada vez más frecuentes, pero no sólo por contemplar las plantas, sino porque el heterogéneo grupo de personas que transitaban por el jardín habían captado su curiosidad. Últimamente hacía coincidir sus paseos por los al rededores del jardín, con las horas en las que los jardineros se reunían a desayunar, comer o  a la hora del café y, los observaba desde la valla del jardín.
Candelaria había hecho de aquellas visitas al jardín su pasatiempo favorito. Su interés por aquel grupo de personas había crecido tanto que en más de una ocasión se sorprendió poniendo la oreja para ver qué decían:
-  Pero... ¿por qué no le ponemos el nombre a las plantas, Luisa?
-  Luis, a esa no le hace falta, la conocemos todos.
-  Bueno, vale, me callo, ya sé que ésta la conocemos todos –dijo Luis con cierto  retintín en el tono de su voz y, como si de repente hubiese caído en la cuenta, añadió- ¿Todos?...  los de aquí, sí; pero no olvides que este jardín lo visita mucha gente  y es posible que, alguien que no sea de aquí, no la conozca ¿verdad? No viene mal catalogarlas.
- Luis, ¿siempre tienes que tener la razón? -dijo Luisa intentando retener la carcajada- Llamaré a Carolina…
Luis no la dejó terminar, antes de que Luisa pudiera sacar el teléfono para llamar a Carolina dijo: -Nombre común o vulgar, flor ave del paraíso; estrelitzia o estrelicia; flor de pájaro; pájaros de fuego; flor de la grúa; flor de pajarito y nombre científico o latino, Strelitzia reginae ... ¡Ya! -respiró hondo y apostilló- ¡Qué fácil ¿o no?.. Yo lo llamo Google. Escribí en el Google ese, que lo sabe todo, “ave del paraíso” y me salió eso.
Nada más terminar de decir estas palabras, ambos prorrumpieron en una
carcajada que retumbó en todo el jardín y, al oírlos, Candelaria, que escuchaba apoyada en la valla del jardín, no pudo atajar  su carcajada y tuvo que echarse a correr para alejarse sin ser descubierta.
II
Candelaria cogió como costumbre darse un paseo por los al rededores del jardín y, a medida de que fue pasando el tiempo, se fue atreviendo a comentarle a los jardineros lo preciosas que estaban las azucenas, o a preguntarle cómo se llama ésta o aquella flor.
- ¿Te gustan las flores, verdad? Te he visto por aquí algunas veces -le comento un día Luisa  y añadió- ¿Te gustaría formar parte de la plantilla de jardineros del Jardín Nuestras Flores?
- ¿Puedo? Me encantaría.
- Mira, yo soy Luisa y si quieres formar parte de nuestro equipo sólo tienes  que decirme qué te gustaría hacer en el jardín.
- Luisa, la verdad es que yo tengo casi todo el día ocupado y me da la impresión de que voy a ser poco útil en el jardín… Como no necesites una jardinera de noche…
- ¿Hablas en serio? ¿Te atreves con el turno de noche? -preguntó Luisa buscando su asentimiento.
- Por mí, no hay problema.
- Vamos a tomar café y, cuando estemos todos reunidos se lo contamos. Por cierto, ¿cómo te llamas?
- Candelaria. Me llamo Candelaria.
Luisa tendió su mano en un gesto cordial invitando a Candelaria a que pasara a tomar el café y para presentarla a los jardineros que es ese momento se encontraban por allí.
La primera con la que se encontraron fue Carolina Hernández Peláez, una mujer joven, de amplios cocimientos botánicos, un enorme sentido del humor, y que en ese momento se encontraba estudiando unas florecillas que habían crecido en la parte trasera del cobertizo.
- Candelaria, a nuestra amiga Carolina la hemos nombrado en el día de hoy, oficialmente, catalogadora de "Nuestras flores", pero eso no quita que si, cuando plantamos alguna planta, conocemos el nombre, la cataloguemos y así la ayudamos un poco - comentó Luisa por ir dejándola claro cómo funcionaba el jardín.           
Un poco más allá, a la sombra del laurel de indias, estaba José Lantigua, alias
Asno, un jardinero con mucha voluntad, pero algo patoso. Se declara eterno defensor de los animales; de hecho, hacía unos días, intentando salvar a un lagarto que pululaba por el jardín lo había mordido. Y, para colmo, en ese mismo momento, lo acababa de morder otro.  Es decir, en una misma semana lo han mordido dos lagartos.
-Jose, ésta es Candelaria, nuestro nuevo fichaje para el jardín.
- Hola, Candelaria, perdona que no te dé la mano, pero me acaba de morder un lagarto. ¡Yo lo salvo de la boca de la perra y el muy "jodío" me muerde...y lo peor es que antes lo volví a ver y el puñetero me miraba y parecía que hasta se reía de mí! Discúlpenme pero me voy a casa para ponerme algo aquí.
Juan Martín Cerezo, que  estaba recogiendo las ramas del seto que acababa de podar y que no había podido evitar oír lo que Jose había dicho, sacó del bolsillo su cartera, y de ella, una fotografía de un traje de lagarterana, se la dio a Luisa para que se la mostrase a Jose  y, haciéndole un guiño a Luisa dijo:
-Jose, éste es el traje que usarás a partir de ahora. La mordida del lagarto te otorgará superpoderes, con los que combatirás a los malhechores…. Tu mujer, María, ya está manos a la obra con el traje.
Candelaria, a pesar de que no tenía ninguna confianza con ellos,
se rió con tantas ganas que, no sólo no podía parar de reír, sino que además contagió su risa a los que allí estaban.
 Cada vez que parecía haber dominado su risa,  empezaba de nuevo y es que no podía dejar de imaginar a Asno vestido de lagarterana.
Jose no contestó nada, intentó ocultar su sonrisa con un mohín simulando enfado, dio media vuelta y se dirigió a la salida del jardín.
-No te preocupes, Jose, te acompaño hasta el coche por si te mareas por la mordida del Lagarto -le dijo Juan poniéndole la mano en el hombro mientras caminaban hacia la calle.
Luisa y Candelaria siguieron con la mirada a los dos hombres y a lo lejos vieron cómo intercambiaban unas palabras con Luis de la Campa que acababa de llegar al jardín. Cuando Jose ya se montaba en su coche para irse a su casa, Luis le dijo a modo de despedida:
-Jose, no te preocupes, ya llevo yo a vacunar al lagarto. -dijo poniendo la cara de un niño que acaba una travesura.
Cuando Luis de la Campa se percató de la presencia de las dos mujeres dirigió sus pasos hacia ellas. Luis, alias Garfield, alias “lindo gatito”, es un jardinero que trabajar… trabaja poco, pues se escaquea todo lo que puede y más. 
Sin embargo, él considera que cumple un papel fundamental en el jardín, se considera especialista en catar las comidas que los jardineros llevan al jardín y así lo hizo constar en su auto-nombramiento.

 
Pero como, aún así, no se quedó conforme, dio un paso más allá y se adjudicó un título de más alto rango: él no podía ser menos que Doctor:
Justo en el momento en el que Luis llega a la altura de las dos mujeres, se asoma
a la puerta del cobertizo Teresa Ramos:
-¡¡¡¡El café!!!!
No tuvo que repetirlo dos veces, todos soltaron lo que estaban haciendo y se dirigieron al cobertizo. Allí Carmen Marañón, Jovita Puerta, Julia Rodríguez  y C Naty Ribero habían preparado un refrigerio, que más parecía un banquete de boda que un tentempié de media mañana…               
             
-¡¡¡Éste desayuno mola!!! – comentó Garfield casi sin darse cuenta, como si se se hubiese escapado sin querer.
-¿Desayuno? Garfield, hace rato que desayunamos, este es el tentempié de media mañana – puntualizó Carolina.
- Desayuno, yo me acabo de levantar.
-¿Hay donuts?- preguntó C Naty que no se había fijado que Garfield estaba dando buena cuenta de los que estaban en una bandeja en una de las mesas.  
-C Naty, coge uno rápido antes de que Garfield se los coma todos. -dijo Carolina.                   Todos rieron y siguieron bromeando un rato. Sólo se hizo el silencio cuando Luisa empezó a hablar en un tono más serio:
- Estimados compañeros del Jardín Nuestras flores tengo algo que decirles: ya tenemos jardinera del turno de noche, Candelaria. Ella se ha ofrecido para ayudarnos y no le vamos a decir que no, ¿no?

III

Las excelencias del tiempo, la dedicación de los jardineros, el trabajo en equipo, el mimo y el cariño con que se cuidaban las plantas dieron pronto sus frutos: el jardín creció a un ritmo tan rápido que pronto el jardín se fue quedando pequeño.
 

 

 

Una noche, mientras la jardinera del turno de noche hacía su ronda y buscaba sitio para plantar unas semillas, se dio cuenta de que pronto no había espacio para plantar nada. Así que a la mañana se permitió sugerirle a Luisa:
- Luisa, vete planteándote comprar la parcela que está al lado de nuestro jardín.
Anoche comprobé que con tantos jardineros plantando se nos está quedando pequeño. -le dijo una mañana Candelaria mientras saboreaban un café recién hecho.
- Lo sé amiga, pero... ¿Y el gusto que da pasear por un sitio como este inundado de belleza? De todas formas mañana iré a negociar con el viejo verde del vecino para ver cuánto pide por su terreno. Estudiaré la situación para ver si es posible comprar o hay otra forma de ampliar…¡¡¡Imagina que lo ampliamos y paseamos por un sitio tan bello como el que tenemos ahora, pero el doble de grande.....!!!
- No sé yo si querrá vender…. Su pasatiempo favorito es espiarnos escondido tras el seto – dijo Carolina que no tenía muy claro que el vecino quisiera vender. 
- Lo del viejo verde está chupado: vamos a negociar todas las jardineras... no se resistirá ante tantas armas de mujer juntas..... Si hace falta le hacemos ojitos.

IV
Mientras los jardineros seguían trabajando a diario en el jardín ya fuera  regando, podando, cortando el césped o plantando en los pocos rincones que quedaban libres en el jardín; Luisa se propuso como meta principal comprar el terreno del vecino y se puso manos a la obra.
El dos de septiembre Luisa informó a los jardineros:
- Hoy hemos ido, Teresa Ramos y yo, a negociar con el vecino pero no lo encontramos. Decidimos dar un paseo por su finca y. paseando, llegamos a un lugar que desconocíamos y que nos encantó. Por el otro lado el terreno linda con el mar... -dijo Luisa mostrando un gran entusiasmo y añadió- definitivamente tenemos queconseguir esa parcela, no sólo por ampliar y
 que haya espacio para los proyectos de jardinería de todos, sino por las vistas... Miren las fotografías que hicimos y ya me dirán si tengo o no tengo razón.
Si en algún momento Luisa tuvo dudas acerca de si debía comprar o no el terreno, después de ver el entusiasmo que mostraron  los jardineros  cuando vieron las fotos lo tuvo claro: tenía que comprar. No sabía de dónde sacaría el dinero, pero aquel terreno formaría parte de del Jardín Nuestras Flores.
-No sé de dónde sacaré el dinero, pero mañana le propongo al vecino que nos lo vend. -dijo Luisa como si se le escaparan en voz alta sus pensamientos.
Los jardineros mostraron su entusiasmo efusivamente: Luis de la Campa aplaudió la propuesta; Tania Lagunera propuso hacer una colecta en una vaquita o un cerdito; Candelaria organizó una colecta entre sus compañeros de instituto, y Juan José Hernández Mendoza propuso mandar  al vecino un burofax en los siguientes términos:
-No sé yo si lo de la expropiación sería justa para ese pobre mirón, teniendo en cuenta que está solo, me preguntaba si no sería más factible casarlo con alguna de nosotras y así dejamos de lado las negociaciones económicas... ¿Alguna candidata al sacrificio por la causa? – preguntó Luisa riendo.
- Yo estoy comprometida. -Se apresuró a decir Carolina.
- Y yo cazada..... Perdón, casada. -Bromeó Candelaria.
- Bueno... Yo estoy soltera, por una buena tierra se sacrifica una... Todo sea por nuestro jardín.- Dijo Tania Lagunera, siguiendo la broma.
-  Biennnn! Tania mañana me acompañas cuando vaya a visitarlo y te lo presento...
-¡Hecho! Luisa.
- ¡¡¡¡¡Ya tenemos candidata!!!!!! ¡¡¡¡¡Que viva Tania Lagunera!!!!! ¡¡¡¡Que viva
la novia!!!!!- gritaron casi al unísono algunos de los jardineros de los que estaban allí.
- Pues nada, ya que estoy "encimba" del burro, arre burro... Mañana me pongo
guapa.
- ¿Ponerte guapa? Tania, tú eres guapa – puntualizó Candelaria.
- Mírala y dime que no..., añadió Luisa sin poder dejar de reír.                              
- Siento decirles que Luisa no les ha contado toda la verdad... -Intervino Teresa
Ramos intentando picar a Luisa - Como ella ya les dijo, fuimos a negociar con el 
caballero de los ojos azules (y, en verdad, son azules como el cielo) y le dijo que él sólo llegaba a un acuerdo si la dueña del jardín se casaba con él... ¿Y quién es la dueña de esté jardín? ¿Quién es la que tiene un palacete? ¿Quién es la que siempre está mandando a regar, barrer, pintar, plantar...y se escaquea cada vez que puede? ... A buen entendedor pocas palabras bastan....
- Pero, niña, ¿a ti no te han dicho que las cosas de casa no se cuentan? -Le siguió la broma Luisa.
- Bueno Luisa... Yo sólo he dicho lo que él te dijo, o mejor dicho, lo que él te propuso... La verdad es que, cuando le propuso lo de casarse y unir los terrenos, Luisa le dijo que ni ella ni las jardineras no eran moneda de cambio.
- ¡Qué más quisiera él que casarse con una de nosotras?
-Ahora en serio, Luisa, Nicasio está casado, su mujer se llama María… -Le dijo Candelaria.
- ¡Pero si todo el día está espiándonos! ¡Como se entere su mujer! – comentó Teresa.
- El pobre no puede evitar espiarnos y éste, con tal de no perderse el espectáculo que armamos todos los días, no vende – dijo Candelaria que veía difícil que Nicasio vendiera.

En los días siguientes, la vida en el jardín continuó como de costumbre. Como de costumbre, que no monótona; pues en el jardín no había cabida para la monotonía.
Siguieron los trabajos diarios propios de un jardín tan peculiar, pero también los desayunos; tentempiés; cafés de primera hora de la mañana, media mañana, de sobremesa de media tarde, de lo que se terciara. Siguieron las tertulias de los
jardineros, el reciclaje, los paseos, las excursiones y visitas; incluso un día, aprovechando el riguroso calor, se fueron todos a Las Teresitas.


Una mañana mientras desayunaban Luisa soltó la noticia:
- Hay posibilidades de comprar el terreno. -Dijo dándole a su voz cierto aire de
misterio- Estoy negociando el precio desde hace varios días. Pero, llegados a este punto, vamos a ver que conseguimos entre todas, porque los jardineros se han desentendido de la negociación. De momento para recaudar tenemos:
Los semilleros de Mercedes Reyes...






Y el mercadillo de flores que pienso instalar yo, ¿alguna idea más?
- Luisa no olvides el cerdito de Tania Lagunera y la recolecta que Candelaria está haciendo en su instituto- Dijo Carolina mientras terminaba de llenar las tazas del desayuno y añadió en tono de burla. -Porque… lo del burofax no prosperó ¿no?
- Luisa, -intervino Candelaria- tengo noticias frescas que están por confirmar… En breve habrá novedades… Precisamente hoy me he enterado de algo muy importante y que nos puede ayudar con respecto a la compra del terreno. Hay posibilidades de que nos vendan el terreno a buen precio… La mujer de Nicasio quiere vender el terreno lo antes posible. Mira lo que escuché sin querer:
El otro día en la calle,
vi a una amiga mía.
Estaba preocupada,
triste y compungida. 
-¿Muchacha, qué te pasa?
¿Qué te preocupa, María? 
-¡Cállate, Candelaria!
¡Vaya desdicha la mía! 
Nicacio me está engañando,
a éste le gusta otra tía! 
-¿Estás segura muchacha?
¡Igual te equivocas, María! 
-¡Vaya si estoy segura!, 
si lo pillé el otro día,
escondido tras el seto,
espiando a unas tías. 
Encima esa misma noche,
en sueños oí que decía 
que por una de esas chicas
hasta su alma vendía. 
-¿Qué vas a hacer ahora?
¿Te vas a divorciar, María? 
-Eso, que ni lo sueñe. 
Sólo eso faltaría.
Veinte años aguantándolo 
pa´ que se lo lleve otra tía…
Decidí vender la casa,
la que heredé de Sofía, 
también vendo el terreno,
y hasta lo regalaría,
pa´ separar a Nicasio 
de esa jauría de tías…
Escúchenme, compañeros,
nos tocó la lotería: 
pa´ comprarnos el terreno
negociemos con María, 
que, pa´ no perder a Nicasio,
a buen precio vendería, 
el deseado terreno
sin saber que lo vendía
a las vecinas del jardín,
a la mismísima jauría. 

-Son muy interesantes esas noticias. ¡Muy bien compañera! -Dijo con entusiasmo Julia.
-Si el vecino vende, preparamos una fiesta en el jardín por todo lo alto. Hay que ir pensando cómo organizarla.-Dijo Candelaria convencida de que la compra del terreno era un hecho, y añadió- Como mínimo una verbena...
- Excelente noticia. Enhorabuena amiga. Pero no preparen la fiesta hasta que tengamos el trato cerrado, recuerden que todavía hay que mandar a alguien a negociar con la tal María. ¡Qué fuerte! El tío estaba casado y tirándole los tejos a todas las que íbamos por allí a negociar Yo propongo mandar a Garfield, a Asno o al nuevo jardinero fijo Juan Jose, ya que ella asocia la vecindad sólo con la panda de arpías. -dijo Luisa riendo a carcajada limpia.
- Luisa, di mejor “jauría de tías” como dice María – apostilló Candelaria.
-Candelaria, yo sólo sé que me acabas de dar una alegría. Espero poder reunir las perritas que faltan para completar el precio acordado con lo que saque del mercadillo este fin de semana y con lo que ya saqué de debajo de la losa del cobertizo viejo, los ahorrillos que tenía. ¡Vamos por el buen camino!
- ¿Vende? ¿A la mujer? ¿Qué precio le puso? –preguntó Luis de la campa que acababa de llegar y del que nadie se había percatado de su presencia.
- Vende..., pero no a la mujer. Vende el terreno y barato..., y si le regalamos un gato, nos baja aún más el precio... – respondió Candelaria que se había sobresaltado cuando Luis habló.
- Yo le voy a pedir este fin de semana a la Virgen del Pino para que ablande el corazón a esa gente y nos venda ya el terreno…  -Dijo Tere ilusionada.
- Te lo vamos a agradecer toda la vida... Se rumorea que nos va rebajar el precio del terreno si le regalamos a Garfield... Tú no le digas nada a Luis, para que Garfield no se entere..., partir del lunes tenemos terreno y nos deshacemos del gato. -dijo Candelaria intentando picar a Luis.
- ¡Pobre gatito! Lo vamos a echar de menos. Por cierto, Candelaria, no olvides coger las perritas que están escondidas en el colchón. -Dijo Conchi de la Rosa mientras recogía las tazas que quedaban en la mesa.
-¡Eso!... Y yo buscándolas.... No me acordaba dónde las había puesto....¿Qué cabeza la mía! ¡Igual no tenemos que regalar al gato!

VI 
Los días siguientes pasaron, como siempre, entre los trabajos propios del jardín,
pero se respiraba un cierto aire de optimismo. Todos fantaseaban sobre qué parte del terreno  les tocaría, qué y cómo plantarían, si tendrían cabaña propia o no...
Cada desayuno, tentempié, almuerzo o merienda que compartían parecía una fiesta y el único tema de conversación era la compra del terreno.
Todos se sentían tan felices que, incluso, se dejaron de lado las recomendaciones de los médicos y se oía a alguno decir “como no me ve el endocrino me comeré uno de éstos”  o “ no me puedo resistir hoy voy a desayunar por segunda vez, un día es un día”.
Pero también era inevitable oír los comentarios de Garfield, que si en el fondo tenía razón, éstos se debían más a su deseo de que le quedara más comida para él, que por una preocupación real por la salud de sus compañeros de jardín:
- Al primero/a que diga la palabra "dieta" me lo cargo… Al último,  también.





VII 
Entre una cosa y otra llegó el gran día, el lunes nueve de septiembre de 2014. 
Eran aproximadamente las dos de la tarde cuando llegó la noticia: el terreno ya era nuestro y lo corroboraba un contrato de compra-venta.


Por fin, la adquisición del terreno era una realidad y no había escusas para no celebrarlo con una fiesta por todo lo alto.


XIII 
Cuando la gente es muy novelera, se apunta a un bombardeo. Fue oír la palabra fiesta y ya estaban todos los jardineros preparando lo necesario para que la fiesta fuera un éxito.
Luisa fue la primera en acercarse al jardín para poner las mesas en el exterior porque estaba segura de que esa noche no cabrían en el cobertizo.
 Además, organizó el espacio en la cocina para que los jardineros fueran dejando las viandas y bebidas.
Ella que siempre está pendiente de todos los detalles, dejó encendidos los farolillos en las vereditas del jardín, para que nadie se perdiera entre las plantas..., cosa que no pasó desapercibida por  los asistentes.
-Buenas noches, Luisa, ¿ya empezó la fiesta?... ¡Qué bonito está todo! ¡Qué detallista eres, Luisa! – dijo Julia que nunca imaginó encontrar el jardín tan
bonito.
 - Hola, mi niña, pasa. Estoy aquí, metida en la cocina, guisando el pescado que trajo Sergio Luzardo y arrugando papas. Los mojos ya los tengo en la nevera. -Dijo Luisa.
- ¿Pero no lo iban a guisar ellos?
- ¿Ellos en la cocina?... ¡Agárrame fuerte que me meo toa! – contestó Luisa muerta de risa.
-¡Pero qué pinta tiene todo!… Esperemos que vengan todos, hay tanta comida...
- Luisaaaaa,  ¿estás ahí? –  preguntó desde el patio Abel Marcelo Carricondo - traigo vinito de Tegueste.., pa´ que no te enyugues con las papas...
- Vinito de Tegueste… ¡Ños, mi niño, no nos podemos quejar! – dijo Luisa señalando los dos garrafones que Abel acababa de dejar en el suelo de la cocina.
- Si falta me doy un salto y traigo más.
- Yo creo que con este hay suficiente. Bueno, que lo diga Luisa que entiende más. -Puntualizó Julia reconociendo que realmente no sabía qué era o no suficiente en una fiesta como aquella.
Poco a poco fueron llegando los jardineros  con lo que cada uno aportaba a la fiesta.
Julia Rodríguez  trajo ensaladilla, canapés y flan.
Jose Lantigua: Clipper y un queque de su María...
 
Los jardineros se fueron reuniendo en el patio y, como quien no quiere la cosa, empezó a correr el vino. Que si "ponme un poquito nada más", que si "llénale el vaso que el vinillo está bueno", que si  "ay mi madre que esto se cuela", que si ji,ji y ja,ja… los jardineros se fueron animando:
- Esta noche no a… (está bueno el vino de Tegueste)… alumbraaaaa, la farola del maaarrr- se arrancó a cantar Jose Lantigua.
- ¡Lo que hace el vino de mi tierra! Hasta Asno se nos cargó nada más llegar. - dijo Luisa y añadió- Este vino está bueno, Abel Marcelo Carricondo, échales un pisco más a los canariones.
- Voy sirviendo unos platitos de ensaladilla pá que la prueben – dijo Julia que ya empezaba a tener hambre y añadió- ¿Qué pasa con los demás? ¿Se habrán olvidado?
- Algunos trabajan y vendrán más tarde, Julia. Lo que no sé es si quedará ensaladilla o vino para cuando lleguen. – dijo Luisa que pensaba que a este paso  Abel tendía que ir a buscar otro garrafón de vino.
- Luisa, ponme un vaso de vino – dijo Sergio Luzardo extendiendo su vaso
- Sergio, anda tómate un clipper por si las moscas...
- Relaxing cup of leche con gofio in la puerta casa Luisa. -Bromeó Sergio parodiando a la Sr Botella.
-¿Quién invitó a la fiesta a Ana Botella?- siguió la broma Luisa.
- El vino me está haciendo efecto, estoy oyendo hablar en inglés - apostilló Julia.
- Donde haya vino de Tegueste...¡¡hip!!... que se vaya al carj  ¡¡hip!! ...el Clipper de fresa. -Dijo Asno que a esas alturas de la noche parecía ya algo achispado.
- Me lo temía; o sea, que el Clipper lo trajiste para Sergio...  Tú siempre cuidando a tus amigos, ¡qué detalle! -Comentó Luisa con ironía.
- A ver si se quedan sin pescado.... -Amenazó Sergio.
-  Guarda el clipe pa mañana..pa la resaca… - dijo Jose Lantigua temiendo que le hicieran beber el Clipper de fresa.
- ...Pero ¡qué bueno está este vino! – dijo Jose Lantigua como si se le escaparan
los pensamientos.
- Mira, Luisa, me voy a coger un poco de fresco; porque, como siga bebiendo, no llego al final de la fiesta. Vuelvo en un momento. Voy a darme un paseíto por la playa. -Dijo Julia.
Cuando ya se estaban algo alegres por el vino los que allí estaban, llegó Mercedes Reyes, que trajo unas granadas para poner en la ensalada y una tarta de manzana para el postre.
 
Mercedes se dirigió al patio para saludar a los que allí estaban.
- Abel sírvele  un vasito de vino de bienvenida a mi comadre.
- Luisa, traje unas granadas para ponérselas a la ensalada, ¿quieres que la haga yo?
- En cuanto quieras, te puedes poner a hacerla, aquí te dejo un delantal para que no te ensucies la ropa...               
- Luisa, llena las copas y vamos a brindar por la compra del terreno.
- Ten cuidado que este vino está muy bueno y se cuela rápido… si no, pregúntale a Julia que tuvo que darse un paseíto para que el vino se le bajara de la cabeza.
 - Una copita nada más y que Julia brinde con agua. -Dijo Mercedes y al tiempo que levantaba la copa añadió – ¡Por la compra del terreno!
Todos dieron un gran sorbo a la copa de vino, excepto Julia, que apenas mojó los labios de su vaso de agua.
- Empecemos a poner las mesas, que entretanto irán llegando los demás – dijo Luisa intentando organizar lo que faltaba por hacer.
 - Luisaaaaaaa, ¿dónde estás que no te vemos? – gritó Julia desde el patio –¿No te estarás comiendo los postres?... Después, para disimular, con decir que fue Garfield tienes.
 -A Garfield ni lo nombren, que como le dé por venir nos deja sin suministros.  Ya tuve que amarrar a Asno  para que nos dejase el vino en paz... ¡¡¡Y si, no me mires así so “peazo” borracho!!! – bromeó Luisa.


- Yo sólo salí un momento a coger un poco de aire, para ver si se me aclaraban las ideas...Encontré unas flores apetitosas y no me puede resistir... Luisa vino y me amarró y todavía no entiendo por qué.
- ¿Te parece un buen motivo verte dando bandazos entre los girasoles? – protestó Luisa.
Justo en el momento en que Luisa, terminó de colocare todo en la mesas de los postres, llegó Teresa Ramos que trajo los manteles, las servilletas, los vasos y los cubiertos.
- Bienvenida, Teresa, deja las servilletas y demás aquí porfa. Abel ya se fue, es quien trajo el vino de Tegueste, pero seguro que habrá otro caballero que te sirva una copa – dijo Luisa que ya estaba envolviendo los cubiertos en las servilletas.
- Luisa, al venir de la playa vi a un conejo asomando la cabeza entre las plantas que bordean la vereda del jardín. Creo que está viviendo en el jardín y, te lo digo, no sea que se vaya a comer las flores....
- Si nuestras flores pueden sobrevivir a un asno, unos pocos de gatos capitaneados por el terrible Garfield, un lobo, un perro y demás bichos vivientes, creo que también podrá hacerlo con ese lindo conejito – sentenció Luisa que después de la compra del terreno se sentía fuerte y creía que era capaz de enfrentarse a cualquier problema del jardín.
 - ¿Alguien me ha nombrado? – dijo Lobo Asur que, justo al llegar al patio, oyó cómo Luisa lo nombraba- Alguien me ha nombrado a mí al lindo conejito.
Cuando Luis de la Campa llegó al jardín, al primero que divisó fue a Lobo Astur y desde lejos lo saludó con una de sus bromas:
- Pero si el caniche ya llegó. - Yo me voy a dormir........."la mona". -intervino Jose Lantigua, que achispado por el vino,  que se mostraba más bromista que de costumbre.  
- ¡Adiós, éste se durmió!- Dijo Julia que también estaba alegrita por el vino.
- ¡Que descanses Jose. -Dijo Luisa- Gracias por el queque de tu María y el Clipper… Por cierto, me voy a comer un cacho y, luego, voy a preparar las sorpresa de las 11:30...
 - Luisa, ¿por qué no brindamos? -Propuso Julia.
-  Si quieres abrimos el champán ya, pero le guardamos el sin alcohol para Candelaria por si llega a tiempo… Total, de borrachas ya no pasamos hoy.
-¡Ay, mi madre!... Luisa, primero fue el vino y ahora, el champán…Si hay suficiente,  yo me lo tomaré sin alcohol.
- Anda, mi niña, mejor lo dejamos para luego… Mejor vamos a terminar de poner todo en las mesas.
Luisa, Julia y varias de las jardineras que estaban por allí pusieron la comida que quedaba por servir en las mesas y, justo cuando Luisa estaba poniendo el último plato de chicharrones llegó Conchi De La Rosa Hernández . Luisa le tendió el plato de chicharrones y le dijo:
- ¡Bienvenida, Conchi, ven que te ponemos una copa de vino...              
- No  me pongas mucho que enseguida se me sube a la cabeza… Mejor tomaré algo de armadero, si hay.
- De momento hay chicharrones y ensaladilla, sírvete lo que gustes.
- Entonces empezaré por los chicharrones con gofio que me recuerdan a la Palma.
- Y ¿canapés ya no quedan? – perguntó Julia que estaba muerta de hambre.
- ¡Es verdad!... tus mariquitas… Creo que los puse en la mesa de fuera… Mira a ver... Yo aún no los he probado pero... ¡tenían una pinta! -Dijo Luisa.
- Chicas, cojan… Todavía quedan mariquitas. Dijo Julia que venía con la bandeja en la mano.
- ¡¡¡¡Ehhh!!!! Sorpresa!!!! –Gritó Teresa Ramos mientras salía de la cocina con una preciosa tarta en las mano- Ya terminé la tarta para la celebración de hoy. Para los que estén a dieta les traje fruta ahora la pongo en la mesa.
- Ostrassssssssssssssssss! ¡Fuerte tarta!...Te luciste Teresa, con razón tardabas tanto en la cocina, por mi parte gracias por la fruta también. 
 
 - ¡Preciosa!
-¿Qué buena pinta!
Todos los presentes se arremolinaron para ver de cerca la tarta y, cuando la colocaron en la mesa de los postres, Luisa dijo: -Amigas,... Aviso... a las 23:00 en punto llega la primera sorpresa de la noche... Y hasta ahí puedo leer...
Con lo que consiguió mantener la expectación de los jardineros, aunque la mayoría quería que desvelara el secreto  lo antes posible porque todos habían madrugado mucho y, al día siguiente, volvían a madrugar. A las once en punto dijo:
- Las 11... Llegó la hora de la sorpresa: Perez Prado, Canto De Guerra Hawaiano. Pantaleón Pérez Prado nació en Cuba en 1926. Siguió los pasos de su famoso hermano mayor, Dámaso Pérez Prado, y a los 18 años formó su primera orquesta. Aquí les dejo el regalo…

      
- ¡Qué viva la fiesta! -Gritó Julia entusiasmada- ¡Madre mía, el de la
derecha pa´ mi!
 - ¿A que se nos pasó el sueño?... ¡Yo me pido al tercerooooo! – intervino Luisa.
- Esto se pone bueno ya se me abrieron los ojos... -Dijo Julia que casi los tenía
fuera de las órbitas.
A pesar de lo divertida que se puso la fiesta Teresa Ramos se despidió de todos porque al día siguiente tenía que madrugar; pero antes de irse dejó la comida de los gatos.
Apenas, había salido Teresa, Luisa anuncia la segunda sorpresa de la noche:
- Llegó la segunda sorpresa de la noche... ¿Estamos todos los supervivientes a la fiesta?...  Es mi regalo de recuerdo de esta noche... Aquí se los dejo, cuando les apetezca lo abrimos...
- Ábrelo ya Luisa a ver que será.
- ¡Va por ti, Julia, mi compañera! ¡Menos mal que no todos se han ido a dormir.


“Romance del culebrón” 
Algún día del verano
sin motivo ni razón 
siguiendo la estela de alguien
nacería el culebrón. 

El jardín que en los inicios 
tan solo albergara flores
se llenó de jardineros
y animalitos guasones. 

El “personal” y la fauna 
crecía con tal destreza
que hubo que ir a negociar
la compra de otra parcela. 

Y soñaron cada día 
hicieron planes sin par
planos, sueños, alegría
convivencia sin igual. 

Y aquel día de septiembre 
se acabó de negociar
y comenzaron los ritos 
había que celebrar.

Se destapaba el champán
el Clipper en la nevera 
llegaron las ricas viandas 
traídas por cocineras. 

En el cobertizo grande
aquel que el sueño creó
se reúnen con presteza 
para darse el atracón.

Bajo la noche estrellada
compañera de los sueños 
entre risas y poemas
se sintieron como dueños. 

Hicieron planes sin prisa 
se repartieron parcelas
se acomodaron ensueños
la imaginación desvela. 

Y al finalizar la noche
con tanto por celebrar 
se van a la cama, el broche
lo pusieron al soñar. 

- ¡Madre mía hasta poesía y todo en este fiestorro! – dijo Mercedes Reyes que no cabía en su asombro.
- Luisa, ¡qué bonita! ¿Eres genial! – añadió Julia - ¡ Felicidades!
- Brindemos por eso! - propuso Luisa.
- ¡¡¡¡Brindemos!!!! Bueno, me ha encantado esta fiesta y con este brindis recogemos y nos vamos a acostar… Yo por lo menos estoy hecha polvo. ¡Hasta mañana! -Dijo Julia que ya no podía ni con su alma.             
- Lo mismo digo, déjalo todo donde está, ya recogemos mañana ¡Que descanses cielo!
- Muchas gracias, pues mañana recogemos... Buenas noches.
- Me quedo aquí un rato, meditando y descansando, ha sido una buena fiesta, gracias a todos los que vinieron.

Apenas se había sentado en uno de los bancos del patio del jardín, Luisa cayó
rendida en los brazos de Morfeo.

IX
… Y llegó el día siguiente al día de la fiesta de la compra del terreno. El día de la resaca. Ese día, como todos, los jardineros acudieron a realizar las tareas del jardín. Allí algunos despistados se enteraron de que la noche anterior había habido fiesta. Pero además, de lo que se enteraron todos, fue de que en la fiesta al menos hubo dos paparazzi.
Todos los jardineros pensaron que Candelaria no había acudido a la cita; pero no había sido así. Estar, estuvo. Cuando llegó al jardín con su cámara colgada al cuello dispuesta a pasar un buen rato con todos los jardineros, comprobó que algunos estaban algo simpaticones, un poquito achispados, bailando y pasándoselo pipa..... Fue entonces cuando se le ocurrió la brillante idea: captar las imágenes de la fiesta a modo de cámara indiscreta y así lo hizo.
 

 

 
Cuando al día siguiente los jardineros vieron las fotografías que Candelaria había hecho, empezaron a hacer algunos comentarios, como si quisieran disimular o justificar algunas de sus actitudes.
- ¡Ayyyy! ¡Qué malo toi hoy!... ¡Ahora entiendo por qué estoy así! No me acuerdo de nada, pero ya veo que Candelaria lo filmó todo. ¡Ayyyy! ¡Qué malo toiiiii! Creo que fue por culpa de los escoceses.
- ¡¡¡Shhhhhhh!!! Hablen bajito que aún no puedo con mis ojos y además me duele la cabeza de la resaca... –Comentó Luisa con los ojos casi cerrados y escondidos tras los cristales oscuros de unas gafas de sol-  Con razón no te vimos, Candelaria, estuviste de paparazzi. ¡Cuánto te echamos de menos!...Te felicito por ese precioso trabajo de recuerdo, aunque me temo que algunos quizá hubieran preferido no verse… Yo debo reconocer que el vestido azul me quedaba de muerte.
- Tienes razón, Luisa, el vestido azul te queda de muerte; pero la verdad es  que todas las jardineras iban guapísimas.
- ¡Cómo se movían las "chicas de oro" y esas parejitas agarradas y Garfield y Asno amenizando la fiesta y, por supuesto, ¡qué banquete! Todo estaba buenissssimo y, cómo colofón, los fuegos artificiales. ¡¡¡Esta fiesta tiene que repetirse de vez en cuando!!!- Dijo entusiasmada Conchi de la Rosa.
Pero Candelaria no había sido la única paparazzi que estuvo en la fiesta. Alguien más, había hecho fotos, pero lo más grave de estas fotos era que habían sido hechas por alguien de fuera, alguien que había estado espiando y que, al día siguiente, las habían publicado en la red, dejando clara evidencia de cómo se lo pasaron los jardineros, quienes se mostraron tremendamente indignados por la publicación de imágenes en las que algunos no salían muy favorecidos. No entendían cómo podía pasar ese tipo de cosas en una fiesta privada en el Jardín Nuestras Flores.
- ¡Desde luego no hay intimidad, qué fuerte! dijo Carolina nada más ver la fotografía.
- Ese paparazzi, me parece a mí que es un poco cabroncete. Mira que utilizar un objetivo ojo de pez...- intervino Luis de la campa y añadió- Se denominan objetivos ojos de pez a aquellos cuyo ángulo de visión es extremadame grande, de 180 grados o más.
El objetivo ojo de pez es una forma especial de objetivo gran angular, cuya distorsión (deliberada) se asemeja a una imagen reflejada en una esfera.
- ¡Ese paparazzi no puso objetivo ojo de pez si no de ballena, que mala leche tiene! – dijo Teresa Ramos medio indignada, medio bromeando.
- Seguro que la fotografía la tomó después de la "cuchipanda"… ¡Comimos demasiado!
- Hay qué cambiar algunas cosas en el jardín para hacerlo más íntimo, más privado, plantando grandes matorrales para que no nos puedan ver desde fuera o si lo hacen que nos saquen más favorecidas... – Dijo Isabel.
- Creo que vamos a acotar una zona, junto al cobertizo antiguo, para nuestros eventos, lejos de la casa del vecino, y plantaremos algo al rededor de ese espacio para impedir la visibilidad ¿Alguien tiene sugerencias de qué podríamos plantar ahí?
Luis de la Campa, que estaba terriblemente enfadado por el hecho de que alguien ajeno al jardín hubiese hecho fotografías soltó lo primero que se le vino a la cabeza:
 -Y meter una alambrada de 54.535 Voltios, por lo menos. O un par de os....
- ¡Esconde las uñas supergato! – Lo interrumpió Luisa.

X
Apagados los ecos de la fiesta, Luisa, mujer trabajadora donde las haya, se puso manos a la obra, teniendo en cuenta los deseos y gustos de los jardineros, parceló el terreno adquirido y le compró la cabaña que cada jardinero había elegido. Fueron días de arduo trabajo porque satisfacer los gustos de un grupo de jardineros tan heterogéneo no es fácil.
La noche del 20 de septiembre Luisa ya tenía todo el terreno parcelado y con sus respectivas cabañas. Para esa noche, preparó la mejor fiesta que se puede imaginar. Como siempre, no dejó ningún cabo suelto.
A la entrada del jardín, colocó el plano de la nueva zona parcelada para que nadie se perdiera al ir al lugar donde se celebraba la fiesta. También  mandó poner farolillos a lo largo de todo el camino, dado que los días ya eran mucho más cortos y se hacia de noche más pronto. Cuando tuvo todo preparado, se sentó a esperar a que llegasen los invitados.
- Como aquí no aparece nadie hoy, voy a irme echando un vaso de vino. –Se dijo Luisa a sí misma cansada de esperar por el resto de los jardineros.
Se estaba sirviendo una copa cuando recibió un SMS de Candelaria: “Me ducho y voy”. Después de leer el mensaje volvió a la tarea de llenar la copa de vino y, apenas se
lo había servido, empezaron a llegar los invitados, cada uno trayendo lo que aportaba a la fiesta.
Carolina Hernández Peláez trajo una ensaladilla y unos cuantos cócteles.
         
 
Pero no sólo traían una aportación para la comida y la bebida, sino que también aportaban sus discos para amenizar la velada y el baile.
Carolina trajo un CD de Marc Anthony  y otro de Gilberto Santa Rosa.

 
Luisa también hizo su aportación personal y, cuando los CD´s de Carolina estaban llegando a su fin, puso uno que ella había traído de Marco Antonio Solís y se pusieron a bailar cumbias…
- Pero Luisa ¡Como te va la marcha! Tengo que coger recortes... – comentó Conchi de la Rosa.
-¡Pero qué marcha tiene Luisa! ¡Mira como mueve las caderas bailando la cumbia! – dijo muerta de la risa Julia.
-Vaya si son estos unos decorados de lujo para un baile - dijo Carolina sin dejar de bailar y añadió - ¡Ya están las luces encendidas! ¿Qué lindo está todo!  
           
 
 - La verdad es que me siento orgullosa del espacio que hemos habilitado junto a mi nueva cabaña para las fiestas. – dijo Luisa que no cabía en sí misma y añadió –Carolina, dejémonos de admirar el decorado y pongamos la mesa.
 - ¿Candelaria no iba a venir a ayudar a poner las mesas?
 - Sí lo dijo, Carolina, hace un ratito me mandó un mensaje para decirme que se estaba duchando… Debe estar al llegar.
 Decidieron no esperar a Candelaria para que no se hiciera tarde y entre las dos empezaron a poner la mesa. Empezaron llevando los canapés que había dejado Candelaria esa tarde en la nevera, las viandas que había traído Mercedes Reyes, y las de Juani Martin Morales, así como las pizzas recién horneadas de Julia.
 
 
- Me encanta como quedo el jardín con esas mesas - comentó Carolina con entusiasmo.

- ¡Qué buena pinta tiene todo…¡ -Dijo Julia, que acababa de llegar con Conchi de la Rosa.
 - ¡Cuánta razón tienes, Julia! – Contestó Luisa mientras iba a buscar unos vasos para servir vino – Todo tiene muy buena pinta y seguro que estará muy rico.
 - Un poquito nada más Luisa, que el vino me vuelve loca... -Le dijo Julia que todavía recordaba la resaca de la fiesta de la compra del terreno.
 Luisa le puso media copa de vino, soltó la botella en una de las mesas y fue a cambiar el CD. Cuando cogió los CD´s en la mano, rebuscó detenidamente para
poner uno de salsa porque creía que era lo más adecuado para el momento.
Apenas habían sonado las primeras notas del la primera canción del CD ya estaba moviendo las piernas siguiendo el ritmo de la música, sin embargo, algo la hizo parar en seco, si hasta ese momento Garfield no había llegado a la fiesta, ¿cómo era posible que estuviera ya a su lado con un plato en la mano pidiendo comida?
- ¡Será jodio el Gardfiel éste! No ha entrado todavía por la puerta y ya va con un plato en la mano pidiendo un trozo de pizza. -Le comentó Luisa a Julia, y añadió -Yo me pillo un trozo antes de que Garfield acabe con ella…¡Me encanta la pizza!... ¡Zape gatoooooooo!
- Fuerte gato malo. -Siguió la broma Julia.
- Chicas, vamos a bailar que la música está muy buena. -Animó Carolina a sus compañeras.
- ¡Yo me voy a bailar! - Dijo Julia que se puso a bailar a la vez que canturreaba- 
Nananana suavemente… lalalaaa…
- ¡Qué morro tiene ese gato! Julia yo me voy contigo a bailar – comentó Luisa en voz alta para picar a Garfield y en un tono más alto añadió - ¡¡¡Esooooo!!! ¡¡¡Sabor!!!!
… ¡Ay!... Mi cabeza, ya me está haciendo efecto la sangría.
- ¿Julia, te comenté que tengo regalitos para ustedes? He echado la casa por la ventana y gastado mis últimos euros. A las 10 en punto comienzo el reparto, antes de que seamos muchos... – Le anunció Luisa que ya estaba algo pispada por el vino y la sangría.
- Chicas, cállense que Asno va a decir unas palabras – dijo Carolina.
- ¿Asno? Ni siquiera sabía que estaba aquí, no lo había visto. Vamos a ver qué - ¿Pero qué dice que no lo oigo? – pregunto Julia.
- Ñossssssssss! Jose Lantigua dando la bienvenida a los invitados, eso mola. -comentó Luisa.
- ¡¡¡Shhhhhhhh!!! Dejen oír. -Dijo alguien desde el otro lado del jardín.
Cuando se hizo el silencio, Jose Lantigua ya había acabado de hablar y lo único que había quedado claro es que el vino también se le había subido a la cabeza a Asno porque si no hubiese sido así nunca se habría subido al escenario para hablar.
A esas horas de la noche, la cantidad de gente que había en la fiesta era enorme; tanto, que incluso pensaron que tendrían que hacer mas comida pues empezaban a dudar que la que tuvieran aún en la nevera fuera suficiente.
- Pues sabes que les digo... -dijo Luisa - … que vamos a sacar toda la comida ya y vamos a servirla y no vamos a hacer más comida. Cuando se acabe la que hay, se acabó. Pon a calentar el conejo y las garbanzas... – después de una larga pausa añadió -¿Quién invitó a toda esa gente? No conozco a nadie... ¡Ay! Que se nos desmadra la fiesta! ¡Que alguien cierre la verja del caminoooooo… ! ¡A que suelto al Lobo Astur!
- Luisa, saca la comida mejicana que preparé a ver si siguen comiendo de esa orma. – dijo Carolina sonriendo con ironía. -Tiene un puntito picante que está sabroso.
- Tranquila, no pierdas la calma, con lo que hay en la cocina, hay suficiente para todoooooos – intervino Conchi de la Rosa que ya estaba algo alegrita a causa de la sangría.
 Luisa, algo más relajada por el hecho de que no fueran a hacer más comida, volvió a coger su copa en la mano y les dijo a Carolina y a Conchi:
 - Uffffff, voy a tener que ir de nuevo a la pista a ver si puedo bajar un poco lo que he comido para luego seguir..., si no voy a explotar. –Dijo mientras se dirigía al equipo de música donde colocó el CD de Ricky Martin y puso la canción Pégate.
 - ¿Al final guardaron algo para los que no han llegado? –Preguntó Conchi de la Rosa que seguía sin tener claro si habían sacado todo o si habían dejado algo en la nevera.
 - ¡Será por comida...! Mira en la cocina... Ya no sé dónde poner las bandejas. Los que llegaron ahora, también trajeron comida. –Dijo Carolina- Claro que hay comida guardada. Además, si haciera falta, los elfos del jardín se pasarán haciendo unas tapitas para que no falte nada de nada.
- Como dice Ricky Martín... """Esta noche quiero fiesta""" – Luisa no podía estar más metida en la celebración.
- ¡Cuidado con el gato que le pisan el rabo! – Avisó Conchi que vio a Garfield merodeando por allí.
- Desde la entrada estaba viendo como lo pasaban de bien. Llegué un poco tarde pero ya me puse las pilas. La comida mexicana me encanta, pero no la puedo comer porque está un poco picante, pero todo lo demás mmmmmmuy bueno. ¿Y esos dulces? ¡Cómo están los dulces! – Comentó Juani Martín Morales que desde que entró por la puerta del jardín venía decidida a pasarlo bien  y se había unido al grupo de los que no paraban de bailar.
 - ¡Dios, la gente ya está como loca! ¡Qué fiesta tan divertida! – dijo Carolina mientras se acercaba, bailando, con una bandeja en la mano a los que llevaban rato bailando - ¡Venga, cojan algo que con esos bailes necesitan reponer fuerzas!
Estaban en pleno bailoteo cuando Luisa recibe otro SMS de Candelaria: “No puedo moverme. Necesito una grúa”. Luisa guardó el teléfono y siguió bailando-.En pleno apogeo de la fiesta se oyó de pronto la voz de  Isabel Fernández Rodríguez, que elevó el tono de su voz por encima del volumen de la música para que se dieran cuenta de que ya había llegado:
- Chicas, acabo de llegar, ¿no tendrán una sillita de relax para reponerme? ¡Vengo muerta!
- ¡¡¡¡¡Hola, Isabel!!!! – contestaron casi al unísono desde la pista de baile los que se habían percatado de su presencia.
Luisa, Conchi y Carolina se acercaron y le dieron un beso, Garfield y Asno la saludaron desde lejos. Luisa no se dio cuenta de que Isabel acababa de llegar porque estaba leyendo un SMS de Candelaria: “Luisa, ¿está Asno? ¡Necesito a Asno!”. Cada vez entendía menos los SMS de Candelaria.
Cuando guardó el móvil se dio cuenta de dos cosas: por un lado, vio que Isabel había llegado y por otro se percató de que allí había mucha gente extraña.
- Isabel, ¿esa gente vino contigo? –Preguntó señalando a un grupo de personas que se había arremolinado en torno a la mesa de los canapés.
- No, yo no los conozco.
- ¿De dónde salieron entonces esos intrusos? ¿Quién los ha invitado? – Preguntó indignada - ¡Que se fastidie! ¡Que yo ya he echado a gente dos veces hoy! – añadió.
- El vecino no será – dijo Carolina.
- ¡Esta fiesta se está desmadrando! – Comentó Julia -Yo me retiro...
- Espera, Julia, no te vayas todavía, voy a soltar a Lobo Astur y verás que pronto se marchan los intrusos. Entren en la casa chicas.
  - ¡Luisaaaa, ve despacio que la noche es larga! – dijo Conchi canturreando al ritmo de la canción - No te vayas, Julia, que ahora empieza lo bueno chicas.
-  Mira como salieron corriendo... – dijo Luisa muerta de risa -.Ya pueden salir, chicas.
- Si ya se fueron todos, cierren la puerta grande... –-Comentó Julia preocupada por si volvían a entrar, pero a la vez muerta de risa al ver a Luisa otra vez bailando
desaforada -Se largaron... Vaya estampida.
- ¡Uffff que sofoco!… Chicas, ¿nos tomamos otro vasito de sangría? – Dijo al
tiempo que daba buena cuenta de la que ella se había servido. -Sírvanse ustedes, aquí las dejo, yo voy a buscar los certificados que a las once  los entrego.
- Gracias… ¡Qué bien un poquito de líquido! ¡Estoy seca! -Agradeció Julia.
- Espera que brindo contigo ¡chin chin!- dijo Luisa que estaba pasándolo muy bien.
- Bueno yo traigo algo dulce. – dijo Teresa Ramos mientras pasaba una bandeja de dulces porque no quería seguir bebiendo a palo seco  Por cierto, ¿y Candelaria? Estos son sus dulces favoritos.
 - No sé… Me ha mandado unos mensajes raros… Resumiendo creo que se le hizo tarde, que después de ducharse venía para acá y se le pinchó una rueda… Pero no entendí  para que quisiera ver a asno. Bueno, sigamos poniendo dulces en la mesa.
- También quedan los que yo traje – dijo Julia pasando una bandeja de dulces multicolores que tenían un aspecto riquísimo.
- Cogeré uno de chocolate, tienen buena pinta. – Conchi no pudo resistirse a cogerlo.
- Yo uno de fresa. – Dijo Julia mordiendo el dulce con los ojos cerrados.
- Yo me apunto a los de chocolate también...
 - Luisa, ¿pero no estabas a dieta ,o tu dieta admite dulces de chocolate? -Intervino Isabel buscando picar a Luisa, pero como ella no se dio por aludida desistió y añadió… -Ponme un poco de sangría, para coger fuerza que estoy cansada de tanto correr, poco más y el lobo me pilla. -Bromeó.
 - No hace falta que busques escusas para que te llene el vaso. – siguió la broma Luisa.
 - Luisa, ponle un poco de vino a mi vaso de sangría, es que yo no voy a conducir ahora... Yo me quedo aquí, aunque sea con el gato. -Dijo Teresa Ramos que empezaba a animarse.
 Luisa le añadió un poco de vino al vaso de sangría de Teresa y se alejó de la zona de la fiesta casi sin que nadie se diera cuenta. Pasados unos minutos regresó con los certificados enrollados y metidos en una cesta de palma muy bonita. Había elegido uno de los rincones más entrañables del jardín para la entrega de los certificados, y cuando el reloj marcaba las once y tres, unos minutos más tarde de lo previsto, empezó a hablar:
  -Este rincón creo que estará bien para la entrega de certificados, ¡¡¡Chicassssssssss!!! ¡¡¡Chicossssssssss!!! ¡¡¡Al jardín!!!

                         
-La primera en llegar a la fiesta fue nuestra catalogadora jefe Carolina Hernández Peláez, ¿está presente?
- Presente, ¡síííííííííííííí!…
- Con la sangría que he tomado, si me tumbo ahí sin tomarme un café, me duermo. – Dijo Isabel Fernández que le estaba echando el ojo al banco de piedra en el que Luisa había puesto la cesta con los Certificados.

- Aquí tienes tu certificado de arrendamiento Carolina. -Siguió su discurso Luisa- También tengo dos regalitos para ustedes que han hecho los gnomos y los elfos, espero que les gusten, un cuadro para la nueva cabaña y un rótulo con el nombre. Villa paraíso ya tiene el suyo...
- ¡Bravooooooooooooooooooooo! ¡Qué detalle! – se mostró entusiasmada Carolina.
- ¿Quién fue la segunda en llegar? – Prosiguió Luisa.
- Me parece que fui yo. – contesta tímidamente Conchi de la Rosa.

- Eso pensaba. Aquí tienes el tuyo, espero que te guste.
- Luisa, ¡precioso detalle!
- ¿Julia está presente o se fue a dormir la borrachera bajo un pino? – continuó Luisa con la entrega de certificados.
- Presente. Estoy aquí.
- ¡Y sobria! A pesar de que tú y yo hemos dado esta noche varios asaltos a la jarra de la sangría. Espero que te gusten tus regalos.

 - A mí me gusta tu cabaña, Julia, se ve fresquita y bien iluminada. – dijo Teresa Ramos y añadió – Luisa, ¿dónde tienes el vino? Si yo sé está… Si sé que tengo que andar pidiendo el vino, me traigo un ron carta de oro...
 - No bebas más Teresa Ramos o te dejo sin regalo. –Dijo Luisa en un tono imitando el enfado, pero luego añadió con un timbre de voz muy cariñosa - Espero que te haga ilusión recibirlo Teresa, la misma con que lo prepararon los gnomos y elfos.
- ¡Me encanta, Luisa, muchas gracias! – dijo Teresa Ramos que incluso llegó a emocionarse al recoger el certificado, el cuadro y el letrero y añadió - ¡Qué bonito!... Ya tengo algo a mi nombre: " VILLA LOS RELINCHONES".
-¿Y la siguiente en llegar a la fiesta fue…?
Conchi de la Rosa, que estaba viendo que la gente tardaba mucho en contestar, dijo: - ¡Chicaaaaaaas! ¿Están ya dormidas?
Un no unánime invadió el jardín, sin embargo, el tono de voz de los presentes no era tan vivo como lo hubiera sido un par de horas antes. Era evidente que el día de trabajo y el alcohol estaban haciendo mella. Luisa, que no quería que la fiesta decayera, por lo menos hasta que hubiera entregado los certificados, le dijo a Conchi de la Rosa en voz baja:
- Verás que pronto se animan... - luego elevó el tono de voz y se dirigió a todas las presentes - ¡Chicas llegaron los cócteles para brindarrrrrr!                          
- Teresa, ten cuidado que ya te he servido varias copas y he visto que tú te has servido otras.
-  ¡Luisa que no lo he probado!... Cada vez que intento servirme un vaso pasa alguien y se lo lleva. – Ante la insinuación de Luisa, dijo Teresa Ramos que o estaba siendo víctima de un ladrón de vasos llenos, o los vaciaba ella misma y su nivel de alcohol en sangre había alcanzado niveles que le impedían recordar que ella misma se lo había bebido.
- Yo brindo y me retiro a descansar. -Dijo Julia que ya no podía mantener los ojos abiertos.
- Me parece muy bien Julia, yo brindo contigo, pero me quedo a esperar a los rezagados, ya sabes... -Luisa no tuvo que añadir más para que Julia la entendiera.
-Yo también me retiro. Gracias por la Fiesta y un beso y salud para tod@s. – se
despidió Conchi.
 - Gracias y salud pata tod@s. – respondió Julia – Conchi, espera y salimos juntas.
- Gracias por venir a las dos. – se despidió - Hemos pasado un rato agradable.
- ¡Buenas noches a tod@s! – Dijeron las dos mujeres al unísono cuando se alejaban por el paseo que llevaba a la puerta grande del jardín.
-¿Dónde se habrán metido Isabel Fernández Rodríguez y Mercedes Reyes? Estoy por devolver los certificados... -Le dijo Luisa a Carolina que estaba ya recogiendo sus cosas para irse. -Antes las vi por la zona de césped que está junto a la fuente. - Contestó Carolina, y añadió- Salud y mi enhorabuena por sus adquisiciones, me retiro, hasta mañana… ¡Ay! ¡Mi cabeza!
Justo en el momento en que Carolina salía del cobertizo con sus cosas para irse, entraba Isabel.
- Me trabé con el césped. -Dijo riendo dando a entender que tuvo que tumbarse un rato en el césped porque estaba algo perjudicada por el alcohol y añadió - ¿te vas, Carolina?
 - Sí, mañana será otro día.
 - Que descanses, amiga. Yo me quedo un rato más para ir recogiendo todo esto.
 -Tranquila Isabel , las baifas ya están recogiendo.
- ¡Anda borracha! – Le dijo Luisa a Isabel muerta de risa – Oye, Isabel, ¿tú al final no le vas a poner nombre a tu cabaña?
-¡ Síííííí, pero mi cabeza en estos momentos piensa en tintoooo!
-Isabel, como te conozco algo, yo misma he bautizado tu cabaña, espero que te guste, aquí te dejo el certificado y los regalos, porque ya es hora de ir recogiendo...

 - ¡¡¡¡Eyyyyy!!!! ¡Que estoy aquí! ¡Estaba por ahí con la gente! – dijo Mercedes que también venía algo alegrita.
- Pues avisa si quieres tener los regalos de los demás, jodía. – intervino Isabel anticipándose a lo que iba a decir Luisa – Luisa nos entregó los certificados hace rato.
- Comadre Mercedes, ¿quieres tu certificado? Mira qué bonito:

- ¡Jolines, casi me quedo sin mi certificado! ¡Joer, con lo que costó pagar el terreno y yo casi me quedo sin parcela!... Pues claro que lo quiero.
- Entonces suelta la copa y el cigarro y vente a recogerlo.
- ¡Ñooooo! Casi me quedo fuera… ¡Menos mal que ya es miaaaaaaaa! – dijo Teresa en voz alta pero se lo dijo a sí misma y, como si de repente le hubieran dado cuerda empezó a cantar – “...está noche no alumbra, la farola del mar ...está noche no alumbra , la farola del mar...”  ¡Yaaaaaaaaaaaa! ¿Qué demonios tenía esa botella que estaba sobre la mesa del fondo?... Hip, hip, hip… No sé… la lengua me pesa y tengo un sueño insoportable… Mira que cara se me puso, Luisa. -Y las miraba con los ojos dando vueltas en las cuencas- ¡Qué fiesta más guaaaaaaaaaaaapa! ¡Ñosssssss! ¡Menos mal que encontré algo que me alegra el almaaaaaaaaa! -dijo Teresa Ramos bastante alegrita.
- Baja del árbol jodiaaaaaaaaaa! Teresa, la próxima fiesta que hagamos será a base de Nestea…
 - Luisa, entonces conmigo no cuentes... Con vinito…, y del bueno.
- Gracias Luisa. – dijo Isabel que había estado leyendo detenidamente el certificado y el letrero que Luisa le había regalado para su cabaña. Luego añadió - Pero cambia la C por la T, porque, si no, no me voy a acordar de cómo se llama mi villa… ¡¡¡Muchas gracias, está muy guapo!!! ¡Me voy contentísima…! ¡Adióóóóssss! ¡Hasta mañana!
- Es una T, amiga, de molde, pero una T.
Luisa e Isabel se despidieron con un beso. Luego Isabel se dirigió a la puerta de salida del jardín y Luisa se dispuso a cerrar todo para irse. Sin embargo, cuando estaba a punto de cerrar el cobertizo oyó la voz de Teresa Ramos que estaba sentada en el sofá.
- Luisa...
- Hija, casi te dejo encerrada.
- Luisa, me gustan tus fiestas, son geniales. Están llenas de amigos y no digamos de comida. Lo he pasado en grande. ¡Gracias por los regalos y un beso muy grande! -Teresa hablaba despacio, como si estuviera dando un discurso, pero su elocución lenta se debía más al alcohol que a un discurso meditado.
- Gracias, pero vamos a la cama que es tarde. No veo la hora de llegar a la camita… ¡Estoy rendida!
Cuando las dos mujeres salían del jardín Luisa se dio cuenta de que se había olvidado dejar en el cobertizo los certificados de los jardineros que no habían asistido, así que, se despidió de Teresa y regresó a dejarlos en la mesa del cobertizo. Allí hizo recuento de los certificados de: C Naty Rivero Suárez, que se acostaba temprano y por eso no había venido a la fiesta.
De Juan José Hernández Mendoza, que le había cedió galantemente el PC a su señora esa noche. El de Tania Lagunera, que tampoco las había visitado hoy.
El de Fco. Javier Sainz-Trápaga Castell, que se nos había perdido en la red por aquello de una hora más en godilandia.

Luisa también dejó los certificados de arrendamiento del resto de jardineros que habían solicitado una parcela pero que aún no le habían puesto nombres a sus cabañas.
Como siempre se puso a disposición de ellos para que, cuando eligieran el nombre de sus cabañas, los gnomos y elfos les elaborasen sus regalitos.
  
  
  
Además de dejar los certificados de arrendamiento de los jardineros que no había podido venir, fregó todos los cacharros, platos, vasos y copas, tiró a la basura el menaje de plástico que habían usado; limpio a fondo el cobertizo; organizó y preparó comida
con las viandas que habían quedado y, finalmente, dejó todo preparado para que comer bajo el parral del patio del jardín.
El aspecto del cobertizo, a esas horas de la madrugada era como si allí no se hubiera hecho una fiesta; es más, el aspecto era el de un cobertizo preparado para una fiesta que va a comenzar. Todo ordenado y comida preparada para mucha gente. Luisa, mujer generosa donde las haya, quería hacer sentir a los que no habían podido estar en la fiesta, que ellos también tendrían su fiesta.
Al día siguiente, los jardineros madrugaron un poco más que de costumbre para realizar las tareas del jardín y recoger los restos de la fiesta, pero cuando llegaron al jardín, se encontraron con que el que había sido escenario de la fiesta estaba perfectamente recogido y limpio, era como si un batallón de duendes hubiese hecho un zafarrancho de limpieza.
Era increíble ver aquel jardín tan limpio y recogido después de lo que se había celebrado la noche anterior y más de uno empezó a creer en los duendes y elfos de los que tanto hablaba Luisa, pues en el silencio del asombro de los jardineros se oyó una voz que dijo con voz alta y contundente:
 - ¿Dónde están esos duendes y elfos que me los llevo a casa?
 

 Y, cuando todos reían tal ocurrencia, Carolina dijo muy bajito:
 - ¡Shhhhhhh!..... Aquí…, aquí está; pero no son duendes ni elfos, es un hada madrina… Es Luisa…  No la despierten.

Luisa se ha dormido.
Porfi., déjenla  dormir 
que ha trabajado mucho
pa´ la fiesta del jardín. 

Déjenla y no la despierten 
que tiene que descansar
pues está preparando el juego 
 que pronto va a comenzar.
Déjenla que duerma y sueñe 
Vámonos a trabajar.

Asno, poda tú los árboles;
 Mercedes, te toca plantar 
todos tus semilleros,
luego yo voy a regar. 

Juani los setos del jardín
los tienes que ir a podar 
 las ramas crecieron mucho
y no se puede pasar. 

Isabel, a ti te toca 
de amarillo ir a pintar
el poyo de los girasoles 
que a Cande le va a gustar.

Francisco Javier y Abel 
vayan juntos a pescar,  
y Conchi hace la cazuela
con lo que logren capturar. 

Teresa, Julia y Tania 
a ustedes les va a tocar
todas aquellas macetas 
a las jardineras trasplantar.

Juan José y Juan Martín,
si  es que quieren ayudar,  
cojan esa carretilla
y váyanse pronto a buscar 
unos saquitos de abono
para las plantas abonar. 

 A Mirelle y Amanda, 
 a ellas les va a tocar
recoger las hojas secas
y aquel estanque limpiar. 

Carolina a ti te toca,
como siempre, catalogar 
ardua tarea la tuya
¿Más trabajo te voy a dar?
No te preocupes, chiquilla 
que eso no va a pasar
pues voy a decirle a Encarna  
que te vaya a ayudar.

Luis, no creas que te escapas,
tú también trabajarás.
Te toca cazar al gato, 
que anda de aquí para allá,
que no hace nada, 
y no deja de molestar. 

No cazas ratas ni ratones,
 lagartos no quieres espantar 
y, si no cumples sus funciones
te vamos a encomendar  
que vayas a cuidar de Luisa,
no se vaya a despertar,
que ha trabajado mucho 
y tiene que descansar.   

Duerme y sueña, Luisa,
que ayudarte a ti es fácil 
tú dedícate a soñar,
que soñar… soñar es gratis. 


Autora: María Candelaria González Lorenzo

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