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jueves, 26 de septiembre de 2013

SOÑAR ES GRATIS: "Los Relinchones"

Capítulo 1
"EL RINCÓN DE LA AMISTAD"
Son las 9:45 y repaso la lista de las cosas que tengo que llevar para la cabaña.
Coloco la nevera portátil en mi Citroen AX azul (tengo la sensación de que lleva conmigo toda la vida) y me pongo en marcha, el camino es largo y con curvas.
Salgo de la autovía y comienzo a subir entre árboles, pequeñas fincas y algún caserío. Me sucede algo extraño, a medida que subo voy más despacio… La carretera está bien, es ancha y con muy buena visibilidad.
Siento como si me pesara el cuerpo y necesite respirar… Paso por unos eucaliptos y huelo su perfume, esto hace que mis pulmones se expandan como si necesitaran estirarse hasta el máximo.

Noto como el verde, en todas sus tonalidades, entra a través  de mis ojos y hace que mi cuerpo se deshaga, como si estuviera dentro de un reloj de arena y en ese pequeño tubito que separa las dos mitades hubiera un filtro y tuviera  que pasar por él y dejar mis impurezas.
He llegado a la entrada, es ancha y empedrada como todo el camino hasta la casa.
Hay una puerta de madera y no tiene candado, me bajo del coche y la destrabo, al abrirla compruebo que para girar, han colocado el palo que la sostiene en el culo de una botella y me río (es que mi abuela y mi madre hacían lo mismo con la puerta del gallinero). Entro el coche y cierro, voy despacio. Hay muchos árboles frutales. Al salir de una curva veo mi cabaña, paro el coche y me apoyo en la ventanilla para contemplarla un momento, luego sigo  adelante sintiendo una gran paz, como cuando uno llega a su hogar.

"Los Relinchones"… Aparco debajo de un gran nogal donde hay una mesa y sillas de madera. Rodeo la casa, en el lado derecho hay un porche que no está terminado y da para una explanada donde hay un horno de leña.
Sigo caminando por la parte de atrás y me encuentro a un señor que lleva una cesta con unas pencas de tunera, nos saludamos y se presenta como Felipe el vecino que vive cruzando el barranco, por lo visto ha venido a buscar las pencas de tunera moscatel para su finca.
Le he dicho que soy la nueva propietaria y me cuenta la historia de la casa (ya les contaré en el segundo capítulo). Se despide y se va. Me acerco a las tuneras y me gustan donde están, bajo unos escalones de piedra y me dirijo por un pasillo lleno de helechos hasta la puerta principal. Saco de la mochila la llave y abro… En ese momento no puedo describir lo que sentí  al
recorrerla. Siento hambre y me voy a comer lo que traje, para ello me siento en el jardín debajo del nogal, en la mesa… Siento como tristeza, y no sé porque. Miro a mí alrededor… Contemplo la cabaña y hago un recorrido mental por mi parcela.
Los ojos se me llenan de lágrimas y son lágrimas de tristeza… ¿Qué me pasa…? ¡¡¡tengo ganas de gritar!!!... O más bien de contarle a alguien lo que tengo. ¡¡¡Lo que tengoooo!!!!... Contar… ¿A quien?
Son preguntas que me dan una respuesta, tengo tanto… Y no tengo con quien compartirlo.
Mi corazón late deprisa, me tomo un sorbo de cerveza, cojo mi pequeña libreta y escribo: “A PARTIR DE MAÑANA SE ADMITEN INQUILINOS DE LOS RELICHONES “.
REQUISITOS: Le tiene que gustar la naturaleza.
                       Tiene que comer lo que se cultiva.
                       Y tener una buena conversación.
¡¡Ahora soy feliz!!
Saludos a todos l@s jardiner@s.

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